Hubo un tiempo de mi vida
en el que reinó la soledad
y mis caminos se diluían
en los bordes de la intrascendencia
y de la tristeza.
Hubo un instante
en el que mi corazón dudó
en seguir latiendo de pena
o sucumbir en un súbito segundo,
y mis esperanzas claudicaron
ante las llagas del dolor y del hastío.
Hasta que descubrí el poderoso
y necesario néctar de tus palabras,
que orientaron de nuevo
mis perdidos pasos
y llenaron de luminosidad,
de claridad y de paz
mi caótico firmamento.
Es en ti donde hoy habitan
mis anhelos y descansan
mi futuro y mis sueños.
Y es por ti que día a día
se renuevan los alados pliegos
de mi fe restaurada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario